jueves, 11 de octubre de 2007

Donde quiera que esté, mi pierna es mía

Dos estadounidenses se pelean por una pierna.

John Wood dejó su pierna (debidamente amputada, congelada y desecada) en el interior de una barbacoa en un depósito, para poder ser enterrado con ella, supongo que por aquello de que cuando resucite la carne tiene que estar toda o se quedará el señor Wood con una pierna de madera para toda la eternidad.

Pongamos que ésta es la barbacoa:


Y que esta es la pierna:

Bueno, no es exactamente esta pierna, pero ustedes se hacen una idea y me ahorran un truculento documento gráfico por otro más edificante, según "Esquire" la mujer viva más sexy del planeta.

Sigamos con la historia. La buena empresa de almacenaje quiebra y sus depósitos se subastan. Una buena americana, Shannon Whisnant, de las de casa con jardín y una hipoteca subprime ve la ocasión de hacerse con una barbacoa a precio regalado. Y vaya por donde, se encuentra un regalo dentro. Tras los sustos y la comprobación de que no hay zombis sueltos por la cercanía, decide hacer negocio al más puro estilo Freak Circus: Tres dolares por adulto y uno por cada tierno infante que desee mirar el interior de la "barbacoa del horror". Y encima la pierna ya no está allí sino en una funeraria. Cuanto menos habría para denunciarla por publicidad engañosa.

Parece ser que el señor Wood no está muy contento con el trato dado a su pierna, pero la señora Whisnant está pensando en llevar su barbacoa a la tele, que se gana más en programas tipo Salsa Rosa o Aquí hay tomate que con los vecinos, que ya están hartos de mirar dentro de la barbacoa.

Por tanto no nos queda más que recomendar a nuestros lectores que vigilen donde dejan sus objetos personales más íntimos, no les pase como al señor Wood, o como a la señorita Spears.

No hay comentarios: